Al final del año ya habíamos superado la adaptación a la novedad que supone para mayores y pequeños la incorporación a un nuevo curso escolar, y más en esta particular situación en la que nos ha colocado a todos la pandemia por coronavirus, y en concreto a todo lo relacionado con el contexto educativo.
Pero las vacaciones navideñas suponen un parón tan bienvenido como interferente en dicha adaptación, y según estamos reiniciando esta incorporación nos vemos de lleno en el segundo trimestre de escolarización, de modo que, en estas fechas, y una vez de vuelta a la rutina de la nueva realidad familiar y escolar, nos parece a todos que estamos empezando de nuevo. Así que: ¿Cómo hacemos para afrontarlo y ponernos al día?
Desde luego, sin olvidar todo el trabajo previo hecho, tanto en cuestiones logísticas como en otros aspectos adaptativos, porque eso nos había proporcionado unas rutinas y no nos vendría nada bien perderlo.
Después, darnos a todos un margen razonable y plausible para todos, para recuperar las rutinas y gestión de tiempos ya establecidos. Teniendo presente que no es lo mismo adultos que niños, y tampoco niños mayores o pequeños.
También tener en cuenta que esta es una etapa del curso en la que se va asentando la socialización de nuestros hijos en el entorno escolar, a la vez que se van intensificando las actividades del currículum escolar, así que es un momento difícil y de mucho desgaste de energía para nuestros hijos, que sin duda repercutirá de algún modo en el ámbito familiar, momento para el que nuestros hijos, seguro, requerirán de un apoyo y una atención especiales por nuestra parte.
A los peques les va a costar más, pues todo es mucho más nuevo, pero para los mayores, aunque conocen el proceso, también les supone novedad puesto que el contexto y posiblemente las personas cambian, y por supuesto lo que están aprendiendo cada día también lo es. Por tanto, lo que más necesitarán nuestros hijos es el mantenimiento de sus rutinas familiares y nuestra disponibilidad lo más permanente posible, así como que les verbalicemos que entendemos en qué momento se ven.
El objetivo es potenciar el buen aprendizaje de calidad y prevenir situaciones que les acerquen al fracaso escolar.
Valora y valida sus emociones al respecto. Habla con ellos. Ayúdales a reconocer y potenciar sus habilidades y talentos y a trabajar sus debilidades, porque este es el momento.
Asienta la planificación ya iniciada a principio de curso y haz los cambios oportunos. Horarios, lugares, tiempos de ocio, etc.
Si aún no conoces al tutor de tu hijo, este es el momento.
Mejor que estudiar con él, ayúdale tomar conciencia de su situación al respecto.
Desde la escucha activa acércate a los motivos por los que le está costando avanzar en determinadas asignaturas. Es importante conocer ya sus frenos para combatirlos antes de que el curso acabe.
Se positivo y proactivo en tu comunicación con él sobre su desarrollo escolar. Si le etiquetas se sentirá encerrado en esos calificativos. Ayuda a que sus errores se conviertan en oportunidades.
Ofrécele herramientas para gestionar su tiempo, planificarse, mejorar su capacidad de aprendizaje. Mejorar por sí mismo le motivará.
Este curso escolar tiene un gran coste psicológico, emocional y físico, por las circunstancias que le rodean, por mucho que lo intentemos normalizar, así que, grandes dosis de paciencia y empatía, y, ¡vamos allá!
Fdo. Raquel Villaescusa, doula, y coach de familia y educación.